Al principio de la cuarentena, Maria, una de las coordinadoras de los talleres de habilidades sociales, me contó que ella y sus amigas plantean temas y escriben sobre ellos para reunir todos los escritos una vez termine el confinamiento. Ahí va el primero que escribió ella:

AISLAMIENTO

Tardes y noches en terrazas, risas, brindis, ajetreo en las calles, parques repletos de vida, cotilleos entre café y café en la oficina, bullicio en el metro, colas infinitas en el cine, coincidir en el ascensor con el vecino, un domingo de paella en familia, una fiesta sorpresa, una boda, un beso… ¿dónde quedó eso?

Hoy es el quinto día de cuarentena por el COVID-19, donde gracias a él, ha surgido la maravillosa idea de relatar reflexiones conjuntas con mis amigas.
Por primera vez en nuestra vida nos hemos visto obligados a permanecer en casa, sin la posibilidad de reunirnos pudiendo suplir nuestra necesidad de socializar.
Pero… ¿Estamos realmente aislados?
Afortunadamente vivimos en una era tecnológica donde nunca se pierde el contacto, donde podemos comunicar, reír, bailar o llorar. Podemos contarnos nuestro día a día, nuestras ilusiones, nuestras bromas, nuestras ideas y nuestras buenas o no tan buenas noticias.

Esta crisis de emergencia sanitaria que estamos viviendo actualmente nos está dando la oportunidad de valorar (más aún) las relaciones sociales. Aunque creyésemos que antes ya las valorábamos, puede que no sea del todo cierto.
Es momento de reflexionar, valorar, aprender, comprender y asimilar. Podemos estar más conectados con nosotros mismos, pero ante esta situación, considero que en cierta forma nos obliga a estar más conectados a los demás. Rectifico, estar realmente conectados a los demás.

Somos tan puramente egocéntricos que quizá no hayamos concedido verdaderamente un espacio común con el otro. Anteponemos nuestro estado emocional, nuestras vivencias, nuestros deseos y nuestras desgracias, elaborando una importancia infinitamente superior a las del otro. Escuchamos, sí. Apoyamos, sí. Pero siempre lo mío va a ser más importante que lo tuyo.

Por ello esta reflexión está dirigida a parar y pensar. Pensar en mí, pero pensando en ti, en vosotros, en todos.
De algún modo esta experiencia estará cambiando nuestras vidas (equivocadas), de manera que cambiará la forma de ver a los demás, de comunicarnos y de abrir los ojos a tantas cosas que puede aportarnos cualquier persona, ya sea un amigo, el camarero del bar de la esquina o el conductor de la EMT.

Siempre me he cuestionado si existe la humanidad. Jamás hubiese pensado que esto iba a ocurrir y que gracias al aislamiento pueda percibir más solidaridad, compasión y unión que nunca.
En breve serán las 20.00h y saldré al balcón a aplaudir en comunidad por aquellos que luchan por salvarnos de este calvario. Es emocionante ver cómo por una vez, TODOS VAMOS A UNA.

María González Menoyo (18 de marzo 2020)