Ser valiente significa amar, arrimar el hombro, empatizar, colaborar. Sólo así saldremos antes de aquí o al menos más unidos, más grandes.

Seamos fuertes, creativos, activos para hallar la solución, si la hay, que siempre la hay. Sumemos, aportemos, cada uno en su medida. Hacer lo que cada uno puede es hacer más que nada.

El gobierno, – ningún gobierno -, nos va a salvar de la pandemia si primero no nos ponemos a salvo nosotros. Seamos responsables, realistas, solidarios, humildes. Trabajemos por ello. Cada granito, cuenta.

El miedo nos lleva a menudo al odio, al dolor, a la rabia. Culpar a otros es mirar para otro lado. Nos perdemos en ello, nos empequeñecemos y gastamos energía sin llegar a ningún buen fin. División, soledad, crispación. Si estamos ahí, preguntémonos. ¿Qué estoy aportando yo con mis quejas y críticas además de irritación y amargura?

Es momento para luchar juntos. De mirarnos a los ojos. Ante la enfermedad y la muerte todos iguales, todos hermanos. Nadie es mejor que nadie. Nadie sabe nada.

Amar u odiar es una actitud, una elección.

La humanidad está de duelo. Nuestra sociedad acorralada, asediada. Aquí no hay privilegiados ni hay prevendas. Nadie está a salvo. Ni siquiera los corruptos. No hay paraísos saludables tampoco para ellos. (Aunque ya harán éstos, los que queden, lo suyo para sacar tajada). Se ha muerto la libertad , la tranquilidad, la seguridad, el confort de lo conocido.

Como en todo duelo, pasaremos por varias fases mientras cruzamos a la otra orilla. A lo desconocido. La negación (acordaos cuando pensábamos que esto sólo pasaba en China), la confusión, la ira y rabia, el dolor y culpa, la tristeza, la aceptación y finalmente el restablecimiento. Sólo que este duelo nos afecta a todos por igual.

No nos quedemos atascados. Miremos más allá. Habrá vida al otro lado. Crucemos juntos. Quiero verte allí y poder abrazarte y sentir que sigues siendo mi amigo.

Y después cuando todo pase, quisiera volver a ver los cielos, los mares, el campo y nuestras ciudades tan limpios como lo están ahora. Quisiera que los sanitarios, los artistas, los maestros, las personas que se quedaron sin trabajo por orden ministerial y los servidores públicos, sean tan importantes para nosotros como lo son ahora. Y quiero también que nuestra familia y amigos vuelvan a reconocerse y reencontrarse como lo están haciendo ahora.

Mil besos.

Ana Camarasa González