TOLERAR LA FRUSTRACIÓN, UN LARGO CAMINO HACIA UNA VIDA SERENA Y SATISFACTORIA

 

QUÉ ES LA FRUSTRACIÓN. A tod@s nos pasa. Ocurre algo que no deseamos, – o lo contrario-;deja de pasar algo que llevamos tiempo esperando y a menudo nos venimos abajo, aunque sea por un rato. Entonces nos sentimos desalentados, irritados, confundidos, tristes e incluso enfadados. A esa sensación negativa de fracaso, pérdida e impotencia, es a la que los psicólogos llamamos frustración. No aprender a tolerarla, a adaptarse a la adversidad, conduce a largo plazo  la amargura, el bloqueo, el fracaso, abandono de metas e incluso explosiones de ira.

 

QUÉ ES LA RESILIENCIA. Progresivamente a lo largo de nuestra vida, muchos de nosotr@s, hemos aprendido a mirar las cosas de una forma más madura, serena y optimista. Tolerar y superar los sentimientos de desaliento ante una pérdida, un fracaso, un error o un desengaño, nos permite adoptar un punto de vista más creativo, productivo o positivo, sacando provecho de la situación para crear una oportunidad o reto donde antes sólo había frustración. Es la denominada RESILIENCIA. Las personas resilentes alcanzan una vida más plena y satisfactoria, superando obstáculos, para cosechar el éxito en muchas de las metas que se proponen.

 

CÓMO AYUDAR A NUESTR@S HIJ@S A SER RESILENTES?

La correcta gestión de las emociones las aprenden los niños en casa y nosotr@s, sus padres o madres somos su principal referente. Es importante tener esto en cuenta a la hora de ayudarles también a aceptar la adversidad, superando los obstáculos del camino. para  ser más RESILENTES. Aquí queremos mostrar algunas formas de hacerlo.

  • Ponga límites claros y aplique consecuencias coherentes cuando el niño se los salte. Si el niño se gasta su paga el primer día, será lógico que tenga que esperar a la próxima semana para tener alguna moneda. Si rompe su teléfono móvil en un arrebato de ira, lógicamente no compraremos otro móvil inmediatamente. De esta forma irá entendiendo que la vida no siempre nos sonríe y que los impulsos suelen tener malas consecuencias. No dude en decir NO cuando la situación lo merezca. L@s niñ@s, sobre todo los más pequeños, » lo quieren todo y lo quieren ya». Si no soportamos ver llorar a nuestro hij@ ante una negativa nuestra y terminamos cediendo, éste no estará preparándose para los noes de la vida y cuando sea adulto se abatirá cada vez que algo se le tuerza.

  • Anime a su hijo cuando sufra pequeños reveses Si además de suspender el exámen o perder el partido, sus padres le hacen sentirse culpable, su autoestima bajará y se sentirá incapaz de asumir nuevos retos. La, adversidad forma parte del camino y debemos aceptarla sabiendo mirar más allá.

  • Cada error que subrayemos de su conducta o cada crítica constructiva que le hagamos, compesémosla con una buena cantidad de elogios y sentimientos positivos. Si creemos en él, el también creerá en sí mismo.

  • Demos ejemplo. No mostremos todo el tiempo sentimientos de frustración, pesimismo o desaliento ante nuestro trabajo, tareas domésticas o relaciones sociales. Finalmente nuestras creencias y pensamientos negativos serán las suyas también. Cuando algo no nos guste, hagamos por cambiarlo. Si algo nos resulta difícil, bajemos expectativas o aumentemos nuestra eficacia para resolverlo. Si nuestr@ hij@ ve cómo vamos superando obstáculos de forma original y positiva, aprenderá con nosot@s.

  • Cuando su hij@ llegue triste a casa contando un problema, no juzquemos, escuchemosle activamente con el corazón  y hagámoslo preguntas guiandole para que, sea el mismo el que halle la mejor solución. Así aprenderá a tomar decisiones cuando algo no vaya bien y a analizar las alternativas valorando las consecuencias. Por ejemplo, si en el colegio le han castigado por pegar a un compañero, preguntémosle qué ocurrió y si pegar le ayudó a solucionar sus diferencias o por el contrario aumentó su malestar por el castigo. Guiémosle con preguntas como ¿qué podías haber hecho en lugar de darle una patada? ¿ Y qué hubiera pasado? etc para que busque alternativas más positivas la próxima vez.

 

Ana Camarasa González