Durante el primer trimestre del curso, los estudiantes en prácticas que tenemos en el centro, están realizando exposiciones sobre diferentes trastornos. Recientemente, Juan nos habló sobre el mutismo selectivo, un trastorno de ansiedad infantil que se diagnostica con poca frecuencia. En los talleres de habilidades sociales tenemos dos niñ@s diagnosticados que están avanzando mucho.
Dani es un niño de siete años amable, activo, al que le gusta jugar. Se lleva bien con sus hermanos pequeños y sus padres están muy contentos con él. Sin embargo, se dieron cuenta de que era muy tímido. Cuando estaba con desconocidos permanecía callado o se escondía detrás de ellos bajando la mirada. Si lo llevaban al parque no hablaba con los otros niños y sus profesores de la guardería les decían que era muy callado. Pensaron que se le pasaría con el tiempo, ya que con sus hermanos era muy alegre y hablador. Pero todo se complicó cuando comenzó el colegio. Su timidez aumentó, y los profesores les manifestaban que era imposible “sacarle algo de la boca´´, que ni si quiera hablaba con sus compañeros. A raíz de eso, los padres de Dani decidieron buscar ayuda profesional e ir a un psicólogo.
El caso de Dani es lo que en psicología se conoce como mutismo selectivo. El mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad infantil en el que el niño permanece mudo en aquellas situaciones sociales en las que no se siente cómodo. Por ejemplo, estar con gente nueva que no conoce, el primer día de colegio, el hecho de estar delante de adultos, etc. En estas situaciones la persona inhibe el habla como forma de protegerse.
Suele comenzar entre los 2 y 5 años, aunque los padres suelen acudir a consulta cuando sus hijos tienen 6 años, ya que es cuando empiezan el colegio en primaria y los síntomas se hacen más evidentes.
Las consecuencias de no realizar intervención psicológica pueden ser: retraso a nivel social y académico, disminución de su autoconcepto y su autoestima y problemas de ansiedad social en la edad adulta.
Para que sea considerado mutismo selectivo, según el DSM-V (el manual de diagnóstico psicológico de referencia), se tiene que producir mutismo en al menos una situación específica al mes (es decir, en al menos una situación que genere ansiedad) y éste no ha de estar producido por razones orgánicas (como por ejemplo, por un defecto en el aparato fonador).
El tratamiento psicológico más habitual para abordar los casos de mutismo selectivo es la terapia cognitivo conductual. La intervención se realiza tanto en el entorno escolar como en el familiar y es el psicólogo quien proporciona pautas a padres y profesores con el fin de que el niño se vaya exponiendo de forma progresiva a diferentes situaciones.
Juan Lopez Crujeiras